Son las 2.45 de la mañana, tendría que estar durmiendo, pero el sueño no se hace presente, es decir, no s e “me pegan los ojos”.
Doy pasos por el día vivido y me encamino hacia el nuevo por explorar. Quizás sea eso lo que me mantiene aún despierta, el aferrarme a lo de hoy y el desvelo por el interrogante que encierra lo próximo a desandar.
No sabría decir con exactitud, pero es una hipótesis digna de la madrugada.
A cada “tic tac”, se disminuye el tiempo de descanso, pero ni el pensarlo así mi cerebro da orden a mi cuerpo para hacerlo.
Creo que me podré en marcha, porque un buen día nace de una buena muerte.
A domani…
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