de ilusiones

Que mal que nos pone los días nublados. En mi ciudad llueve desde primera hora.
Gracias a Dios que hoy no es domingo, porque por algo las estadísticas, a las que yo les creo por el sólo hecho de que representan numéricamente algo que en realidad describe mejor lo que muchas veces nos matamos en hacerles decir a las palabras. Pero deje en el camino a los domingos y las estadísticas; lo que explican los estadistas es que es muy elevado el índice de suicidios los días domingos por la tarde y aún más cuando son lluviosos.
Pero no se asusten que no quiero decir que sea una psicópata en potencia y que este haciendo el preludio de mi desaparición ni mucho menos. Pues que quede claro que amo la vida así como se presenta aunque hoy quizás no la aguante...
Me voy a bañar, a dormir y mañana ésto que ahora van a leer ya sonará distinto.

Cansada del sopor en la espera…
Inmóvil espera que ni sueños húrganos de fututo aparecen para disimular la modorra de un abrazo protector.

Me quede mirando tras un espejo, creando historias con auroras y crepúsculos,
aromados por candiles, musicalizados con Nerudas y adormecidos entre solícitas melodías.

La lluvia sorprende y profundiza el abismo entre día y noche,
entre realidad y somnolencia .
Y en ese abandono me repito convencida que Añorar es más urgente que querer y más virtuoso que desear…
Lejos del baño final, definitivamente hoy aunque sea: sueño con la mirada perdida en la nostalgia del tenerte.